El sexo es el escape más fácil, pero mi «sexo» podría no ser el sexo que se imagina.
Me levanto a las 6:15, alimento a las niñas y dejo a la que está en preescolar. Me dirijo a la casa con la más joven por una hora. Me cepillo los dientes, lavo mi cara y trato de ponerme un sostén antes de montarme en mi camioneta para dejar a la segunda.
Viviendo en el Cinturón bíblico, hago gestos lo suficientemente respetables para ser ignorada la mayoría del tiempo. Cuando quiero estar más confiada de que pasaré, me pongo mis «aretes de seguridad», unos pequeños aros de oro que para mi no se sienten particularmente femeninos. Parte de mi superstición.
No puedo vestir ropa de esos colores inventados sólo para mujeres. Los lilas y azules violeta estériles de Land's End. Vestir signos de feminidad cotidianos hace un corto circuito en mi habilidad para relajarme. Ya soy propensa a la ansiedad, entonces hago lo que puedo para estar a gusto conmigo misma.
Dejo que mi lado femenino juegue en ocasiones especiales. Cuando estoy elevada por mi misma en un vestido de seda que abraza mis curvas y sólidos tacones negros de preferencia con muchas tiras. Sumando esto a mi cabello oscuro y mi naturaleza seria, no me toman por una chica que no sabe lo que quiere. Las no iniciadas, las que miserablemente no tienen propietaria, me ven por lo que soy: una persona dominante con una figura de reloj de arena que está feliz de infligir dolor en una acompañante.
Los hombres sumisos pueden ser volátiles. Primero, tienden a desesperar rápido al no encontrar una mujer dominante a la que servir, cayendo en el hábito de gimotear cuando sólo han estado buscando por unas pocas semanas. Con la intención de calmar su propia impotencia, imaginan que cualquier mujer dominante será capaz de levantarles de su misera y hacia el éxtasis. Por supuesto, hay miles de formas de hacer un mal emparejamiento, y está en la dominante mostrar un poco de control.
Los hombres sumisos dicen que «sólo quieren obedecer a una mujer», pero eso no es del todo cierto. Cuando una fantasía se refina, sola, por décadas, se solidifica en algo que ningún humano puede habitar. Una mujer dominante es tratada como un Xbox - un objeto pulcro esperando el guión de alguien más. Las mujeres dominantes no aceptan fácilmente cualquier tipo de inserción. El arte de la dominación es un proceso creativo, y las dominantes se deleitan en la sorpresa. Si el sumiso simplemente quiere una actriz, tendrá que contratar una8.
Yo soy pansexual9 y no binaria, la pareja de identidad más no identificadora . Puedo tener citas con cualquier género y tener cualquier género. Puedo escoger calzar en una iglesia, en reuniones de escolares, y en la fina fiesta del Cinco de Mayo del vecindario de los ex suegros. y cuando paso, puedo olvidar que llevar una verga y follar hombres es una de las cosas más perturbadoras que podría estar haciendo en mi cuarto. Ser yo no se siente extraordinario o impactante. Planear eventos peculiares (¿quién va a traer el dip de siete capas?, ¿quién va a traer las cuerdas?) no se siente o se ve muy diferente a planear el baile de San Valentín de la escuela.
Al no saber que las personas peculiares son tan comunes como el resfriado, la imaginación nos conecta con asesinatos seriales y daños. Somos personas rotas que rompemos a otras. Vivimos en las sombras con nuestra enfermedad. Deberíamos hacer hasta lo imposible para suprimir nuestras naturalezas sexuales o si no pagar el precio como una idólatra en el Viejo Testamento. Pero honestamente, tan solo somos un puñado de nerdas que encuentran halagador ser consideradas tan excitantes.
Casi todos los actos de BDSM pueden ser considerados ilegales, poniendo a las personas peculiares en peligro, no solo de campañas de desprestigio, perdida de empleos y de custodia de infantil, sino también de encarcelamiento. Entonces, sí, la mayoría de nosotras existimos en espacios secretos bajo nombres de escena. Como no podemos confiar en la policía o en el sistema legal, las propietarias de calabozos y guardianes de escenas vigilan lo que sucede en espacios públicos de juego. Al iniciar sesión en FetLife encontrará súplicas para revertir el destierro de espacios locales de juego y fiestas. La mayoría de ciudades sólo tienen un club, y estar en la lista negra significa que nunca podría jugar de nuevo en ese pueblo.
Soy una mamá soltera con dos niñas jóvenes. Sí, limpio el yogur derramado y busco los anteojos de nadar perdidos. Sí, mi carro se ve como si comiéramos tres comidas al día adentro. Cambio pañales, curo al pez dorado (tanto al real como al imaginario), y horneo panecillos. Envío chili a la iglesia para conocidas enfermas, leo el mismo libro una y otra vez para la niñita, y me quedo hasta tarde ensamblando casas de muñecas en navidad. Es encantador, agotador, y si necesita que se lo diga, increíblemente estresante.
El sexo es el escape más fácil, pero mi «sexo» podría no ser el sexo que se imagina. Yo especificaría que a lo que usted le llama sexo no es nada más que sexo de «PEV», por «pene en vagina». Hay muchísimas formas de tener sexo, y muchísimas partes del cuerpo, tanto biológicas como prostéticas, para enganchar. Yo sé que nunca voy a lograr todo lo que está en mi lista peculiaridades. La naturaleza abundante, pero específica, de mis deseos peculiares me reconforta.
Algunas de mis acompañantes de juego nunca me ven desvestida. A ninguna de ellas les doy mi nombre. Mi cara no aparece en perfiles de citas, uso múltiples direcciones de correo electrónico y aplicaciones de mensajería para proteger mi nombre legal y mi privacidad.10
Sin siquiera una cara en un perfil, las primeras citas son comunes y cortas. Nos encontramos en público, en algún lugar donde no soy conocida, por cerca de una hora. Siempre puedo extender el tiempo, pero mi cita no. Yo puedo romper mi regla de nunca jugar en una primera cita, pero mi acompañante mejor que ni lo pregunte.
Mis citas siempre quieren saber mi criterio, como si fuera muy diferente de tener citas no peculiares. Mis acompañantes de juego deben ser inteligentes, respetuosas, confiables. Es decepcionante cuando tengo que decirle que no a alguien que me gusta porque no puedo confiar en ella. Una mención a armas, mal trato a amantes anteriores, o paranoia sobre doxxing11 termina nuestra tarde.
Tengo montado un sistema suficiente para constituir una práctica supersticiosa. Se que no me protegerá de forma absoluta. Prefiero estar a gusto que enfocarme en cómo ser más cuidadosa. Podría esconder la placa de mi carro. Podría negarme a dar una foto de mi cara12. Pero quiero sentirme en control, y eso requiere un poquito de fe.
No puedo divertirme si no me permito confiar en mi acompañante. Yo se que eventualmente seguiré hacia adelante. No puedo ponerme en la posición de preocuparme sobre una venganza. En mi práctica de BDSM, yo abro por la fuerza a mis acompañantes para saquear sus emociones y deseos temidos desde hace mucho tiempo. Algunos hombres no son lo suficientemente fuertes para soportarlo. Algunos lo son, pero luego se sienten usados cuando se termina. (Las mujeres parecen menos peligrosas de esta forma, tal vez porque a las mujeres se les permite someterse sexualmente). Tengo que escoger acompañantes fuertes que se entienden a sí mismas, tanto porque son más divertidas y porque es menos probable que me tiren por la habitación o que paguen a una investigadora privada para averiguar sobre mi identidad.
La selección, las aplicaciones y un segundo nombre me permiten ser intrépida en mi práctica sadista. Soy libre, soy yo misma, y soy perfecta durante una sesión de juego. Controlo a mi pareja, lastimo a mi pareja, y estoy a punto de explotar de alegría y excitación.
Carolina del Norte tuvo su giro conservador cuatro años antes que el resto de los Estados Unidos de América, culminando con una sesión legislativa de emergencia que creó el «House Bill 2» (HB2), una ley que se extralimita, diseñada para quitarnos muchos derechos civiles, especialmente nuestro derecho de escoger un baño público basándonos en nuestro género. Ahora, cuando alguien está en Carolina del Norte, debe usar el baño que está de acuerdo con su certificado de nacimiento. He visto a ciudadanas vigilando la elección de baño de unas y otras en bares. Es un acto amenazante, suscrito por violencia.
Cuando Trump se hizo Presidente, Carolina del Norte le dio la bienvenida a un gobernador que apoyaba una revocación completa de HB2. La legislatura aún está controlada por una súper mayoría Republicana, entonces la revocación es incierta. Con frecuencia parece que las personas cis no quieren ser molestadas con nuestros derechos civiles, y que sólo quieren que la NBA pare de boicotear nuestro estado. Algunas personas cis disfrutan de corazón quejarse sobre la legislación estatal y no parecen recordar que los cuerpos con géneros no conformantes están en riesgo.
Una conocida adinerada me pidió postularme para un cargo, y de inmediato dije que no. Otras amigas me preguntaron independientemente, y seguí negándome y cité mi vida e historia personales. La mayoría de estas personas saben que soy no binaria y «queer», pero ninguna de ellas sabe que soy sadista. Cuando digo que no puedo exponerme, se ríen, tal vez imaginándome fumando marihuana en mi tiempo de estudiante hace veinte años. Ellas piensan que me convencerán algún día.
Soy una persona ética, un requerimiento esencial para ser una sadista dominante. Obviamente, me gusta tomar el control. Tengo muchas opiniones sobre el rol del gobierno en nuestras vidas. Estar en un cargo público sería gratificante, y la idea es difícil de resistir. Pasé cuatro días preparándome mentalmente para postularme por una posición en el gobierno de la ciudad. Recorrí todas las razones por las que debería permitir que esta persona maneje mi campaña:
- Si alguien en la comunidad peculiar me reconoce, probablemente será una amiga que no traicionará mi identidad.
- Nadie puede probar que soy peculiar.
- El cargo viene con un pequeño salario. Ya estoy participando en tantas reuniones políticas, ¿por qué no tomar un puesto en la mesa?
- ¿A quién le importan las particularidades en el 2017, de todas formas? «Secretary» salió hace quince años, y Rihanna y Justin Timberlake han cantado sobre BDSM por casi una década.
- ¡Una política «queer» no binaria sería genial para la ciudad, para el estado, para la humanidad!
Conforme mi imaginación me traía a nuevas alturas de poder no binario, también me dio un vistazo de mi caída. Si una persona maliciosa enlazaba mi persona peculiar con mi persona legal, el padre de mis hijas tendría unas potentes municiones. Visiones de mis hijas siendo arrancadas de mi en una corte oscura me hicieron querer vomitar. Puedo morar en mis fantasías y hacer que algunas de estas se vuelvan realidad, pero no esta.
Duele ver los límites de mi poder. Tengo tanto privilegio, incluyendo mi educación Ivy, y ansío usarla para ayudar a personas transgénero y «queer», especialmente a las afectadas por HB2. Me reprocho a mi misma por perforar mi reputación y arruinar mis oportunidades de ayudar.
Estoy acostumbrada a sentirme como una mala persona porque siento lujuria hacia las mujeres, porque quiero controlar y lastimar a mis acompañantes sexuales, y porque nací mujer. Examino cada encuentro y trato de borrarlo, convirtiéndolo en algo ajeno a mi, pero tengo una mancha que nunca saldrá. Soy peculiar, no es sólo algo que hice.
Sam Steward, un hombre gay nacido en 1909, reverenciado por la homosexualidad masculina. Su legado incluyen un exhaustivo catálogo de sus hazañas sexuales, una vasta colección de erótica homosexual, y una colaboración con Alfred Kinsey. Steward trató al ser «queer» como una vocación en una época en la que era ilegal y considerada una enfermedad mental. Comparado con figura retórica anterior a Stonewall del hombre gay que se odia a sí mismo, la devoción con coraje hacia el ser «queer» de Steward es estimulante.
La vida revolucionaria de Steward me recuerda que extirpar toda traza de heteronormatividad es un digno proyecto de por vida. La misoginia, transfobia, y fobia al ser «queer» nos rodean a todas. Conforme envejezco, soy capaz de encontrar fuerza para alejarme de estas limitaciones y hacia mi género y sexualidad únicas.
Sam Steward nunca pudo haberse propuesto para un cargo público. Él tuvo que dejar la academia cuando fue descubierto. Sin embargo, la amistad de Steward con Alfred Kinsey cambió la discusión sobre la homosexualidad masculina de forma permanente. Una persona más cuidadosa, más encerrada en su closet, nunca hubiera podido asistir en la investigación de Kinsey con la extensión que lo hizo Steward. Sólo eso es un precioso regalo que dejar en el altar «queer». El nombre de Steward era en su mayoría desconocido hasta la publicación de 2011 de «Secret Historian: The Life and Times of Samuel Steward, Professor, Tattoo Artist, and Sexual Renegade», pero con cada año, otras desviadas sexuales encuentran inspiración en esta valiente historia personal de un hombre salvaje.
Tengo que dejar mi legado para que otras lo solucionen. No puedo controlarlo postulándome a un cargo. Solo puedo aceptar mis deseos y esperar que deje una grieta suficientemente grande en la heteronormatividad para que otras tengan un vistazo de lo que es posible.
8conocidas como pro-domme o dominatrix.
9La pansexualidad es la atracción sexual, romántica o emocional hacia personas sin importar su sexo o identidad de género.
10(Por supuesto, también estoy protegiendo la fantasía de mi misma. Mis pretendientes no quieren confrontar la yo doméstica).
11Nota de la editora: Doxxing (o doxing) es la práctica de descubrir y difundir información identificadora privada y sensible sobre una persona o grupo, usualmente con la intención de dañarles.
12Por supuesto, es una foto que no ha estado en ningún otro lugar en la web. ¡El diablo está en la búsqueda reversa de imágenes!
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